¡Quiero hacer un detox!

La típica frase que todos hemos dicho o manifestado más de una vez, sobre todo después de excesos de comida, alcohol o las dos cosas juntas.

La idea es genial, ya que intuitivamente sentimos que nuestro cuerpo necesita un break o un reset. Pero además de los excesos de comida y bebida que tengamos puntualmente, hoy en día estamos siendo bombardeados, como nunca antes, por una avalancha de contaminantes y toxinas. Los alimentos muy procesados, los GMO, las grasas trans, los conservantes, los edulcorantes artificiales, los tintes, los medicamentos y las toxinas ambientales (como los pesticidas sintéticos, las hormonas y los metales pesados) suponen una enorme carga para el cuerpo en general, especialmente para el hígado.

Además de descomponer las hormonas, los medicamentos y las toxinas ambientales, el hígado también ayuda a limpiar el cuerpo de los productos de desecho naturales, como el amoníaco y la bilirrubina, así como a destruir los glóbulos rojos viejos.

Además de sus funciones de detoxificacíon, el hígado produce la bilis que es necesaria para descomponer las grasas, produce proteínas esenciales, colesterol y almacena vitaminas esenciales.

Sin embargo, un hígado abrumado por toxinas no puede realizar correctamente estas funciones esenciales. 

Signos de que tu hígado no funciona bien

La función hepática deteriorada puede estar indicada por una amplia gama de signos y síntomas que incluyen orina oscura, piel u ojos amarillentos, picazón en la piel, fatiga y sudoración excesiva. Los problemas digestivos, como ardor de estómago, náuseas, estreñimiento e hinchazón, también pueden ser un indicio de problemas hepáticos, junto con ansiedad, depresión y presión arterial alta.

Fases de detoxificación hepática

Para realizar la asombrosa hazaña de eliminar las toxinas del cuerpo, el hígado debe transformar los compuestos liposolubles en compuestos solubles en agua, un proceso que permite eliminarlos del cuerpo a través de la orina, las heces o la transpiración. Esto involucra dos vías principales de desintoxicación: la Fase I y la Fase II. La fase I cambia la estructura del compuesto para permitir que las moléculas se adhieran a él. En la Fase II, el hígado metaboliza el compuesto mediante procesos como la metilación y la sulfatación. A medida que los compuestos pasan por la Fase I, se vuelven (temporalmente) más inmunorreactivos y proinflamatorios. Sin embargo, este proceso normal puede convertirse en un problema si el hígado tiene una función de desintoxicación deficiente, sobre todo a raíz de poliformismos genéticos.

Si la vía de la Fase II se interrumpe o altera, los compuestos que se han vuelto más inflamatorios en la Fase I pueden terminar de nuevo en la circulación, causando inflamación sistémica y reacciones del sistema inmunológico, y preparando el escenario para la enfermedad autoinmune. De esta manera, la función hepática deficiente puede contribuir a una serie de problemas, que incluyen intestino permeable, sensibilidades químicas y alimentarias y trastornos autoinmunes.

Comer para ayudar a nuestro organismo a hacer su función de detox

No hay alimentos milagro detox, más bien hemos de aportar aquellos alimentos que ayuden en la función de los órganos implicados y eliminar esos que entorpecen ese proceso natural.  Consumir mucha agua ayudará a eliminar las toxinas del intestino y los riñones. La fibra ayuda a arrastrar y limpiar los tóxicos que se acumulan en el colon. El hígado es un poco más exigente.

El hígado utiliza diferentes rutas para metabolizar y eliminar toxinas, metilación, glucuronidación, acetilación, conjugación, etc… y todas estas rutas/mecanismos necesitan de nutrientes que provienen de los alimentos. Las crucíferas son las verduras que más ayudan al hígado ( brócoli col, coliflor, kale, coles de Bruselas). Junto con la cebolla y el ajo, contienen compuestos azufrados que incrementan la producción de glutatione (el antioxidante endógeno que producimos), glucosinolato, sulforafano y carbinol – todos ellos participan en la detoxificación de nuestro organismo.

El hígado además necesita de vitaminas B1, B2, B3, B6, B12, folato, manganeso, magnesio, zinc, selenio y aminoácidos  para facilitar reacciones químicas que son necesarias en la detoxificación. ¿Dónde encontramos estos nutrientes? En proteína de calidad, mariscos, semillas, frutos secos y verduras de hoja verde.

Los fitoquímicos, flavonoides que se encuentran en hierbas y especias ayudan al hígado también. La cúrcuma por ejemplo  es un superalimento que no solo reduce la inflamación y estrés oxidativo pero también es un potente ayudante en la detoxificación. Romero, jengibre, cilantro, diente de león, cardo mariano, perejil, berros, piel de limón, raíz de bardana y alcachofa son algunos de los superalimentos a añadir en tu día a día. Las catequinas del té verde y té matcha aumentan los niveles de glutatatione, sobre todo para ayudar a eliminar los metales pesados.

Conclusión

Lamento haber te decepcionado si creías que los zumos de frutas o batidos detox anunciados por los influencers ayudan a tus órganos en sus funciones de detoxificación.  En realidad necesitas de fibra, vegetales de hojas verdes, sobre todo crucíferas, especias, fitonutrientes, proteína de calidad, mucha agua y por supuesto ejercicio. Y antes de nada, eliminar al máximo los tóxicos que nos rodean, tabaco, alcohol y los tóxicos ambientales que mencioné al principio del post.

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